Distinción y suntuosidad son dos palabras que pueden definir a la perfección a estos muebles clásicos que, al calor de las nuevas tendencias, habían perdido parte de su influjo: los aparadores. Sin embargo, el cambiante mundo del interiorismo y de las tendencias estéticas parece haberlos reflotado, quizás con algunos cambios, pero sin perder toda la magia de su esencia.
Ubicado en cualquier salón, un aparador es capaz de hacer brillar al ambiente o destacarse como un elemento de fuerte preponderancia visual. También puede ser muy útil ornamentalmente hablando si lo ubicamos en recepciones o pasillos, teniendo en cuenta además los importantes avances en desarrollo de materiales y diseños que incorporan los nuevos modelos.
Asimismo, los aparadores nunca nos permiten olvidarnos que los muebles fueron hechos originalmente para cumplir una función: es así que resultan extremadamente prácticos para almacenar en ellos cualquier tipo de elementos, sobretodo aquellos que se requiere tener a mano rápidamente.
Los avances en materiales son notables, ya que tradicionalmente era imposible hallar un mueble de este tipo en otro material que no sea madera. Hoy es posible encontrar aparadores cuyo cuerpo ha sido desarrollado en metal, integrando puertas correderas suspendidas en Fiberboard de mediana densidad, por ejemplo.
Incluso, las opciones en madera poseen variaciones muy interesantes, como por ejemplo acabados en madera de iroko y fibras, entre otras alternativas. También las propuestas en medidas y formas son actualmente interminables, lo que permite incorporar los muebles sin inconvenientes en distintos contextos estéticos y decorativos.
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